Trimegisto

El hermetismo no me lo pongo en la palabra, lo llevo más cómoda en la cara y confío en el error de la exégesis del voyeur.
Me borro el gris sombra a manotazos y escondo bajo Rubens los vértices picasianos.
Abro los ojos, la mente y lo equis, en cubos de Mondrian. 
Descíframe sobre una tabla esmeralda. Te hará falta la piedra roseta de Carmelina para ver si por dentro los ángulos los tan inexactos que suenan a Chillida.