Calor


Agua caliente, puerta cerrada y frío fuera
Inevitablemente se empañan el espejo y las baldosas
Mirar se sigue pudiendo, pero se pudre de tan borroso y tan igual lo que se mira
El tacto se pierde de tan arrugados los dedos y tan húmedas las superficies
Ni siquiera las plantas de los pies se atreven a avanzar por miedo a resbalarse y llevar la nuca rápido a un filo de porcelana y acabarse todo de golpe
Y fuera sigue frío. El abrigo quedó en el pasillo. No hay que abrir la puerta.
Mejor dentro, calor. Qué importa si hay niebla  en los ojos, y no se toca más que la humedad.