De ida, el ruido que presagia el viajero apacigua como la morfina.
Es la vuelta la que duele.
El retumbar en las paredes del «ya estoy aquí» al cruzar la puerta
cerrada a cal y canto
miedo a los ladrones.
En la maleta, parten amontonados futuros relatos del viaje. Inocuos.
En la misma maleta, vuelven
¡magia!
infectados de no haberse contado. Mortales.
Pena de tener que llegar siempre,
tan contentos,
al momento de saber que hay que volver.
Es la vuelta la que duele.
El retumbar en las paredes del «ya estoy aquí» al cruzar la puerta
cerrada a cal y canto
miedo a los ladrones.
En la maleta, parten amontonados futuros relatos del viaje. Inocuos.
En la misma maleta, vuelven
¡magia!
infectados de no haberse contado. Mortales.
Pena de tener que llegar siempre,
tan contentos,
al momento de saber que hay que volver.