Cada día

Dices que te moriste el primer día.
Y se me mueren a mí todos los otros
porque me matan cada vez con más estruendo.

Y luego, a un parpadeo de neurona
de esa confesión que me envenena
me bailas poesía en cada poro.

Me ahoga cada verso que no he escrito.
Los oigo escaparse en plena noche,
bailando siempre a oscuras, a tu casa.

Qué pena que no sepan el camino,
que queden enterrados de silencio
por miedo de matarte, si los digo.