Escribir es lo que tengo para no renunciar al diálogo.
Enmudecido incluso el eco, el tiempo es un mago que me brinda la ilusión de conversar.
Registrada la frase, quien la lea será otro yo.
El de ahora muere en cada ahora.
Soy la conciencia del árbol que cae en el bosque.
Soy la conciencia del gato de Shrodinger.
Y puedo seguir siendo en la esperanza:
mañana me sorprenderá una voz ajena.