No se ha quedado

Media infancia tardía, una adolescencia eterna y tres cuartos de juventud atropellada
esperándolo.
Y al final vino. Al final.
Se dejó quitar el abrigo.
Animado, se desnudó rápido
y debajo de la piel
todo era transparente.
Rascando en la nada encontré unas cuantas manchas de ser.
Algunas tenían el rojo de la arena de Marte,
otras un negro sotana muy hondo,
y otras más tonos pastel de canastilla.
No hice ninguna foto.
Y ahora se ha ido. Al principio, aún.
Agotada la expectativa,
llega la calma del alivio
por no haber tenido que irme yo.