De todo tiene que haber una primera vez. Bueno, vale. Te lo dicen desde siempre, te lo crees y lo interiorizas. Y la vocecita que te lo recuerda sale a reflotar el consuelo cuando la primera sale mal, fatal, o no sale. Lo que no te advierten desde el principio es que, de todo, también hay una última. Y lo que no entiendes hasta muy, muy tarde es que, de natural, no sabes que es la última hasta que también es muy, muy tarde. Pero eso también, al final, te lo crees, y lo interiorizas. Muy, muy tarde, claro. Y un buen día, te plantas. Y la vocecita que te lo recuerda sale a flote. Y, por una vez, decides. Esta vez es la última. Seguro que, aún más al final, aprendes que la decisión las has tomado muy, muy pronto. Pero para eso aún falta.