Se sabe esperado.
Le gusta irse cuando aún no es tarde.
Volver a su lugar, a solas, y dejar reposar la cabeza vacía.
Darse tan tranquilamente a sus placeres.
Le agota esperarlo.
Le asusta su huída, tan pronto.
Quedarse en su lugar, a solas, con el pensamiento en constante fuga.
Entregarse al, por acostumbrado, plácido desencanto.