Autorretrato (0909)

La verdad. ¿Cómo la veo? ¿Cómo la asumo? Huyo de ella, construyo la mía propia, que me gusta más, claro. No sé vivir sin jugar con la conciencia. No sé ser coherente. Hablo por hablar. Meto la pata y me arrepiento de lo que digo a medida que me escucho. Me gusta escuchar, pero también escucharme, qué grave falta. No conozco el silencio. Me convierto en adicta de todo lo que pruebo. Soy completamente irresponsable. Me parece que caigo resbalando, resbalando, resbalando, hacia abajo. De vez en cuando saco la cabeza y respiro, tomo aire, pero se me escapa en una carcajada brevísima, rodeada de amigos. Y en cuanto les suelto de la mano, o se sueltan de las mías, vuelvo al resbalar cuesta abajo. Y me regodeo en la caída. Me gusta la autocompasión, una vez al mes o dos. Me gusta enamorarme, pero tengo la sensación, y a veces la certeza, de que el amor compartido es para las novelas, para los  personajes dibujados que saben ser ellos mismos, quererse y conformarse. Actúo cada día en una película distinta. Dependiendo de las drogas que me hayan llevado al sueño, o al insomnio, de las palabras que escuche, que me dices tú, o tú, o tú. Me derramo en mis diarios. Me aterra que se me lea. Me aterra que me descubras. No reconozco, en realidad, mis errores. Si ya lo sé, para qué quieres que te lo oiga decir a ti. El mayor placer del mundo, los besos bien dados y bien recibidos. Besarte a ti. Hoy.